Patrimonio natural. ¿Qué patrimonio es más importante, que aquel que garantiza la vida? Ella es la condición principal para que pueda existir vidas en otros planetas. Por eso, y por todos los bellos paisajes que nos proporciona, merece ser celebrada. ¡El agua!
Yo la celebro, y celebro también el cuarto año consecutivo en que un relato mío es seleccionado en ese concurso literario para, junto a otros 39 escritores, conformar un libro muy entretenido, lleno de buenas historias. Este año participaron alrededor de 500 relatos.
En ese relato presento una mezcla de realidad y ficción. El mito de la creación del hombre, de acuerdo con la cosmovisión de la tribu de los Kamaiurás existe y es así, como cuento en la obra, que aquel pueblo lo celebra y difunde verbalmente en la tribu a través de miles de años. El contexto en el cual el protagonista Pere se encuentra es de mi imaginación, pero no está muy lejos de lo que realmente ocurre en aquella comunidad. ¡Ojalá, después de leerlo, tengas ganas de incorporarte a la tribu de los que respetan el agua!
Leyenda de la foto de portada: Mi hijo y yo en el jardín de nuestra casa, en Florianópolis, Brasil, 2013. Celebrando el Día de los Indígenas en Brasil. |
CELEBRACIÓN PARA LAS AGUAS
Mi padre, Guillem, era un antropólogo de la Universitat Oberta de Catalunya. Dirigía una investigación sobre los pueblos originarios de Brasil que se llevaba a cabo en la región central del país, solar de una cultura que existe desde hace más de 12.000 años: los Kamaiurás, una división del pueblo Tupi Guarani que, en su día, antes de la llegada de los navegantes del Viejo Mundo, fue un único y gran grupo étnico. Mi nombre es Pere, en aquel momento contaba quince años y le acompañaba en aquella aventura. Papá creía que sería una gran experiencia para mí… y no se equivocaba.
Las aldeas indígenas solo quitan la vegetación del espacio justo para sus ocas y para el patio donde hacen las celebraciones y rituales. La selva y los ríos son lo que los mantienen vivos y felices. |
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Me resulta difícil de describir con palabras cómo transcurrió el primer día en la aldea. Todos estaban desnudos: hombres, mujeres, niños, ancianos. Me aterraba la idea de tener que desnudarme también, pero pronto me percaté de que aquellas personas ya sabían que las costumbres de los blancos eran distintas y nadie nos pidió que actuáramos como ellos. Me impresionó esa muestra de respeto hacia mí. Nadie me miraba de manera diferente, aunque demostraban curiosidad, principalmente los niños y los jóvenes, que no paraban de invitarme a ir con ellos al bosque. Mi padre me había advertido de que no me alejara mucho y, sobre todo, que hiciera caso a los avisos de todos ellos, incluso a los jóvenes y niños. Me explicó que ellos no poseían en su cultura el concepto de la mentira. No hacían bromas que pudieran ser confundidas en futuras ocasiones con algo serio, por ejemplo, gritar: “¡cuidado, serpiente!”, cuando no la había porque sabían que la selva estaba llena de desafíos y no podían perder a nadie por una tontería así.
— Los indígenas genuinos no mienten, Pere — siempre me recordaba papá.
A pesar de conocer algunas palabras en castellano, pues en cierta ocasión anterior recibieron la visita de otro antropólogo español, Iaê, mi agradable compañía indígena en Xingú durante aquellos 14 días, tenía dificultad en pronunciar mi nombre y la única fonética que identificaba de Pere era precisamente la “p”. Debido al aspecto impoluto y blanco de mi piel (como ella misma parecía decirme a través de gestos), Iaê me rebautizó como “Pindí”, que en su lengua significa claro o limpio. Con ella descubrí realmente un nuevo mundo; no solo en relación con la forma de vivir tan sencilla y autosuficiente, sino con otro que conocía muy poco: el mundo espiritual y trascendente.
Indígena bañándose. Etnia Kamaiura. Foto: Renato Soares - Imagens do Brasil |
Oca y centro de la aldea. Etnia Kamaiura. Foto: Renato Soares - Imagens do Brasil |
Las ocas están hechas con estructura de bambú y paja como cobertura. Etnia Kamaiura. Foto: Renato Soares - Imagens do Brasil |
La pintura corporal y los adornos como collares y cocares son un parte importante de su identidad. Etnia Kamaiura. Foto: Renato Soares - Imagens do Brasil |