martes, 27 de febrero de 2018

Estudiando la historia de las manifestaciones artísticas del hombre, encontraremos en todas las distintas épocas huellas de su relación con la espiritualidad. El  concepto de "sagrado" ha cambiado de forma a lo largo de los siglos, incluso ha cambiado de manos, cuando ha sido reivindicado por alguna religión que se juzgaba detentadora del mensaje divino.
Hasta principios del siglo XIX, personas motivadas por razones religiosas crearon edificios magníficos, por los cuales  nuestros ojos se pueden llenar de lágrimas de emoción y asombro. ¿Quien nunca se ha emocionado con una catedral gótica como la de León en España, o con una mezquita musulmana, como la del Sha, en Izfahan? 
En la modernidad, otras mentes brillantes como la arquitecta anglo-iraquí, Zaha Hadid (1950-2016), con sus proyectos que no estaban bajo el mando de religiones, pero que exhalan espiritualidad través del movimiento y otros elementos sintácticos que penetran en nuestros sentidos.


Pero lo que es sagrado para uno, aquello que proviene de su más profundo interior, nadie podrá robarlo o cambiarlo sin su permiso. Esa es la magia de las "montañas santas" - Montsant, en Cornudella, Cataluña. Independientemente de tu creencia, o de cuánta fe o escepticismo tengas en el momento de visitarla, no saldrás de allí de la misma forma que has llegado. Me refiero a tu percepción de la vida: lo que es importante de verdad, lo que es la belleza natural, gratitud, humildad, perpetuación de lo que hay más allá de la muerte, y una infinidad más de sentimientos que pudieran invadirte. Dicen que las piedras hablan, al referirse casi siempre a los datos históricos, las costumbres y los monumentos del patrimonio. Pero yo descubrí que las piedras también hablan en un lenguaje especialmente desarrollado para cada ser viviente que tenga la audacia de tocarlas con sus pies y manos, cruzando por sus acantilados, aunque sea por rutas sencillas para principiantes, como ofrece el "Camí dels Cartoixans" en Montsant, que yo misma recorrí.


Los artistas en sus mejores momentos creativos los describieron como experiencias casi, o totalmente espirituales. Es imposible, amigo arquitecto, artista o diseñador, que salgas indiferente de una caminata como esa, sin reflexionar respecto a lo que estabas haciendo hasta el momento. Además del impacto sobre la parte más sensible de nuestra percepción estética, salimos de allí un poquito más humildes, puesto que las rocas nos miran desde arriba y nos recuerdan lo débiles que somos comparados con su poder y fuerza. Ellas nos recuerdan que toda, absolutamente toda la inspiración que nos lleva a crear cosas que tomamos como nuestra propiedad intelectual, es nada más que una copia camuflada de lo que la naturaleza ya creó hace millones de años, y aún está creando. Pero, a diferencia de nosotros, ella permite que la usemos sin reivindicar derechos autorales.


Caminando bordeando las rocas, concluiremos que el azul y el verde combinan. ¡Sí! El azul del cielo y el verde de la vegetación mediterránea son magníficos. Nos acordaremos de la cantidad maravillosa de tonos de marrón que una piedra puede tener, y de cómo la luz es importante y cambia toda una perspectiva, cuando, a la vuelta del camino, percibes que las rocas están iluminadas de otra manera porque el Sol ya no las toca en el mismo punto.
Tus sentidos se apuran cuando percibes en una flor pequeñita una belleza angelical, y quieres fotografiarla para ampliar detalles que desde lejos nadie los percibe. Y al mirar la foto hecha, percibes nuevos colores y que en el centro de aquella flor de menos de un centímetro reposa un circulito naranja que te presenta un sutil contraste con el azul de las hojas y que te aguza los sentidos.


Mis amigos artistas no pueden estar alejados de la naturaleza, sobre todo, de la más salvaje. Junto a ella recargamos nuestras energías creativas. Nos conectamos con la parte de nuestra percepción que el estrés del día a día nos quita: la parte mágica, la abstracción que se hace concreta, la percepción sutil que se convierte en pulsante y viva manifestación creativa.

Fotos: Maria Pilar Arantes.

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