sábado, 8 de agosto de 2020

Dulzura

Hay palabras que tienen sabor. Cuando las escuchas algo pasa en tu boca, en tus papilas gustativas. Sientes cierto sabor, un sabor único, no comparable. Tengo varias palabras en mi memoria que activan esta sensación en mí.  


Hay una que me sabe tan bien…


A los nativos de este país les podrá un simple halago, o que les estoy “haciendo la pelota”, pero para mí es algo muy trascendental.


La palabra es ESPAÑA. Y junto a ella, su adjetivo, ESPAÑOLA.


El movimiento que se hace con la boca y el sonido que resuenan son demasiado dulces, son suaves. Esa sensación me acompaña desde que empecé a tener conocimiento de las palabras. Primero por mi madre, española, siempre tan dulce. Después por mis abuelos también españoles siempre tan fuertes, alegres y positivos. ¿Cómo no amar a estas palabras si tienen la capacidad de unir el efecto sonoro con los recuerdos más hermosos?


De amar a las palabras y a las personas, amé el país. Y cuando conocí el país por primera vez cuando tenía 13 años creció en mí un sentimiento distinto y desde entonces, íntimamente, desee vivir aquí.


Y aquí estoy, en España. Hace 3 años que llegué. Hice el camino reverso de mis antepasados que salieron de España cuando esta como nación no se encontraba en un momento tan dulce, hacia un Brasil lleno de promesas y potenciales. Y allá también fueron felices, dejando un dulce legado a su posteridad que es la creencia de que la felicidad está donde deseamos que esté.


¡Qué dulce suena “España”! Que bien sale de la boca y llega a los oídos.


Feliz España. Felicidad de una española.


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